Preocupándote te quita la oportunidad de disfrutar las muchas satisfacciones que la vida trae. Al contrario, ¡deposita tus ansiedades en Jesús y disfruta!
Una ilustración que muestra que fácilmente el diablo nos puede hacer que no hagamos lo correcto aunque sabemos que lo debemos hacer. El Espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.